Boyas en el Río Bravo son peligro ambiental y una violación a tratados

El gobierno de Texas, liderado por Greg Abbott, instaló en 2023 un sistema de boyas flotantes en el Río Bravo con el objetivo de disuadir el flujo migratorio hacia Estados Unidos. Sin embargo, especialistas advierten que estas boyas no solo representan un riesgo para los migrantes, sino que también generan problemas ambientales y legales. Adriana Martínez, experta en ciencias ambientales, explicó que las boyas están alterando el cauce del río. Según la geomorfóloga, estas estructuras ralentizan el flujo del agua, provocando depósitos de sedimentos que podrían formar una isla y modificar la frontera natural entre México y Estados Unidos. > “El río se está moviendo hacia México. Texas podría expandirse y México perder terreno debido a la erosión en el lado mexicano”, señaló Martínez. La situación viola tratados internacionales, como el Tratado de Aguas Internacionales de 1944, que prohíbe acciones que alteren significativamente el flujo de ríos compartidos. Activistas como Mike García advierten que las boyas, de un metro de diámetro y cubiertas con alambres de púas, aumentan el riesgo de ahogamiento para los migrantes que intentan cruzar. Además, algunas estructuras se han desprendido debido a la fuerza del río, y su material (un plástico reforzado con fibra de vidrio) ya muestra deterioro por el sol y las corrientes. La Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) afirmó que Texas no solicitó autorización para colocar las boyas, lo que refuerza su incumplimiento del tratado bilateral. Mientras tanto, una nueva barrera de boyas está programada para instalarse cerca del puente internacional entre Piedras Negras y Eagle Pass, justo antes de la investidura de Donald Trump como presidente. Aunque la medida pretende ser un símbolo de control fronterizo, especialistas y activistas coinciden en que su efectividad es cuestionable y los daños ambientales, legales y humanos son significativos.