
Don Layo, el héroe que sostuvo el amor en medio del agua
Poza Rica, Ver.– A unos metros del río Cazones, donde el olor a lodo se mezcla con el de la muerte, ahí está la colonia Morelos, donde todos conocen a don Hilario, o “Layo”, como le dicen.
Fue pescador durante gran parte de su vida y esa experiencia fue la que, días atrás, le permitió salvar a su esposa, doña Elodia, de morir ahogada.
Para llegar a su casa, pregunté entre las casas, aún marcadas por el nivel del agua, si conocían a don Hilario. Al principio nadie daba con él, hasta que un vecino me respondió:
—¡Ah, el Layo! ¿Uno güero? Es allá, al fondo, por donde está el pozo.
Un hombre se ofreció a acompañarnos. Caminamos entre el fango mientras nos contaba que él mismo había advertido a su sobrino sobre el río, que ya rugía. “Quedamos de echarle sus vueltas”, decía, y gracias a eso alcanzó a avisar a los vecinos antes de que el golpe del agua llegara.
Cuando el río se desbordó, don Hilario y doña Elodia, ambos de aproximadamente 80 años -ninguno de los dos recuerda su edad-, intentaron ponerse a salvo, pero el agua los cercó. “Agárrate de mi pescuezo”, le gritó él, mientras la sostenía con todas sus fuerzas. La abrazó contra su pecho durante horas, luchando contra la corriente.
Pero en un instante, un golpe más fuerte los separó. El agua se la llevó. Y fue un momento donde creyeron que no volverían a verse.
Entonces, sin pensarlo, don Layo se lanzó al río. Buscó entre ramas, lodo, tablas y refrigeradores arrastrados por la corriente, hasta que un vecino taxista alcanzó a gritarle:
—¡Mira, Layo, ahí va tu vieja!
Y él nadó contracorriente hasta alcanzarla. Se aferraron el uno al otro, exhaustos, pero vivos.
Hilario y doña Elodia recuerdan ese día ya sin lágrimas. Su historia se volvió símbolo de amor y esperanza entre tanta pérdida. En medio del desastre, el río no se llevó lo más importante: la promesa de permanecer juntos, hasta que la vida —o el agua— los separe.
Lo último que piden para continuar con esa historia de amor es ser vistos por personas que tengan las condiciones económicas y poder construirse una casa, así como siempre la ha soñado Elodia.