El alto costo del arte digital: Inteligencia artificial y su impacto en el consumo de agua

La generación de imágenes mediante inteligencia artificial (IA) no solo implica un avance en creatividad y accesibilidad, sino también un alto costo ambiental.

Uno de los factores menos visibles pero significativos es el consumo de agua asociado al enfriamiento de los servidores que ejecutan estos modelos.

Un reciente análisis estima que la producción de 216 millones de imágenes inspiradas en el estilo del Studio Ghibli habría requerido aproximadamente 216 millones de litros de agua. Este cálculo se basa en estudios previos que indican que cada imagen generada por IA puede consumir entre 0.5 y 2 litros de agua, dependiendo de la eficiencia del centro de datos donde se ejecuta el modelo.

Regulación y derechos de autor: el otro debate

Más allá del impacto ambiental, el auge de la inteligencia artificial en la creación artística ha abierto un intenso debate sobre la regulación y los derechos de autor.

La reproducción masiva de estilos visuales específicos, como el característico de Studio Ghibli, ha generado preocupaciones entre ilustradores y artistas, quienes argumentan que la IA puede estar facilitando el plagio sistemático.

Los ilustradores han señalado que muchas plataformas de IA entrenan sus modelos con imágenes protegidas por derechos de autor, sin consentimiento ni compensación para los creadores originales.

Esto ha llevado a discusiones sobre la necesidad de una regulación más estricta para evitar que la automatización termine por desplazar el trabajo humano en la industria creativa.

¿Hacia dónde va el futuro del arte digital?

El uso de IA en la generación de imágenes sigue creciendo a un ritmo acelerado, con aplicaciones en publicidad, entretenimiento y diseño. Sin embargo, el desafío radica en encontrar un equilibrio entre la innovación tecnológica, la sostenibilidad ambiental y la protección de los derechos de los artistas.

A medida que el debate avanza, surgen propuestas para exigir transparencia en el entrenamiento de modelos de IA, así como un mayor control sobre el impacto ecológico de los centros de datos. La pregunta clave es: ¿puede la inteligencia artificial coexistir con la ética y la sostenibilidad en la industria creativa?

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