Perderse para encontrarse

Víctor Hugo Vásquez Rentería

A veces surgimos del otro, de los otros y a veces los demás emergen de nuestra memoria y los propios anhelos. Así, pronto, en Sísife (2024) —puesta dancística dirigida por Selene Beltrán e interpretada por ella y David Flores Ortega—, presenciamos una especie de big bang: la aparición de dos símbolos cabales, el círculo y el tiempo. Aquél, tridimensional; éste, fragmentario. A la circunferencia la distinguirá un color, en su mayoría, ocre, tierra (“Polvo somos…”) y al crono, el blanco, ese tono —se dice— del comienzo y de la fe.

            De dicho entorno nacerán dos entes —ataviados en rojo y negro— y éstos también alumbrarán al mundo, a la manera de los dioses de ciertos mitos, o de algunos animales que se conciben a sí mismos. Éstos ilustran que el mundo carga con nosotros y nosotros con él. Sísife exhibe la codependencia, o el acompañamiento. El ritmo oscila de la quietud al vértigo —sí, como en el día a día— y éste, junto con un trazo que privilegia los triángulos, construye lo mismo el hallazgo que la separación, el asedio o la huida.

            Trabajada la narración escénica a partir de alternar focos de atención, a veces el objeto, ese globo color tierra que asemeja al mundo, ocupa protagónico el primer plano. Mientras atrás a la distancia, cualquiera de los entes hechos de carmín y oscuridad atiende el devenir para enseguida ocupar el proscenio, merecer los reflectores, incluso si éstos tornan de la viveza al frío, pues la fortuna lo mismo obsequia el pasmo que entrega el desencanto.

            Algo más. En Sísife, el espejeo del mundo con los entes se da también entre ellos exhibiendo ya la mutua semejanza, ya el consabido extravío. Rasgo común de la convivencia cotidiana que, en la puesta en escena, al darse el encuentro de la pareja detona la sensualidad. Una que se apuntala en el tempo acompasado de los ejecutantes y la cadencia del sax cómplice, maridaje que hermana con los espectadores: Sísife ya no sólo sucede ante nosotros sino con nosotros.